Aprender de eventos disruptivos como el Covid-19 en la planificación y preparación proactiva de corporaciones para eventos similares.

Considere ser el CISO de una importante corporación global, como Dell o Lenovo. Usted comienza su jornada laboral y entre las docenas de responsabilidades normales de seguridad y eficiencia con sus más de 100,000 empleados (Dell) o 54,000 (Lenovo), necesita monitorear los niveles de vulnerabilidad de su cadena de valor, que involucra a proveedores y otros empleados con diversos tipos de acceso a su red y aplicaciones primarias.

Según encuestas de la consultora internacional McKinsey, este ecosistema está compuesto (datos de 2019) por 4,761 proveedores (Dell) y 3,968 (Lenovo). De los muchos efectos directos del impacto disruptivo de Covid, sin duda está incluir en la agenda de prioridades de los CEO y CIO una estructura previa y lista para activar en eventos similares que puedan causar un impacto parecido en la operación comercial.

Esta misma encuesta da cuenta de los volúmenes financieros esperados desde choques que causan pérdidas de cientos de millones hasta billones de dólares, que involucran diversos tipos de eventos como ciberataques sistémicos, medios climáticos de impactos críticos, conflictos políticos regionalizados, actos regulatorios, nuevos ciclos pandémicos, fricciones asociadas a disputas comerciales y hasta una posible guerra global.

Desde el fatídico 11 de marzo de 2020, cuando la OMS declaró al mundo la pandemia del virus Covid-19, hemos tenido un año de disrupción, con diversos grados de intensidad en los sectores más directos de la actividad económica. No podemos evitar los eventos disruptivos, pero sí podemos anticiparnos y diseñar estrategias para dar respuesta a estos incidentes con el fin de obtener la menor pérdida posible de actividad operativa e, incluso, ampliarla, como ahora vemos claramente.

Podemos abarcar estadísticamente las siguientes escalas:

  • Interrupciones entre 1-2 semanas; con aparición en promedio cada 2 años
  • Entre 2-4 semanas; cada 2,8 años;
  • Entre 1-2 meses; cada 3,7 años;
  • Más de 2 meses; más de 5 años.

El epicentro de los choques podría afectar directamente a un gran número de proveedores, así como a los insumos necesarios, provocando la desorganización de la producción final. Se estima que, para los productos manufacturados, las empresas pueden estimar pérdidas de más de 40% de sus ganancias en promedio cada década, debido a los eventos descritos anteriormente. Sin embargo, un solo evento disruptivo que exceda los 100 días puede eliminar todas las ganancias de 1 año.

Los principales conceptos de modelado de cadenas productivas tan complejas y geográficamente dispersas se han expandido por la rápida aceleración de las comunicaciones y la velocidad del Internet mundial, con el objetivo de maximizar las ganancias y la eficiencia de acuerdo con los ajustes y reacciones relativamente estables de los consumidores. En el mundo pre-COVID en particular, estos ecosistemas tenían una mayor previsibilidad en el tiempo de respuesta a su favor, no requiriendo actualizaciones ultrarrápidas de CISO de acceso a aplicaciones críticas, perfiles y sincronicidad de cambios diarios por parte de los empleados.

Según la revista Fortune, 75% de los CEO planean acelerar sustancialmente sus procesos de transformación digital en un nuevo entorno en el que 54% de las empresas ha decidido transformar el trabajo remoto permanente, con 61% en el mercado financiero. Soy testigo de estas tendencias en mi práctica cotidiana, escuchando a los CISO sobre cómo implementar cambios en las cadenas de valor en el menor tiempo posible debido a uno de los eventos disruptivos descritos anteriormente o asociados con los procesos de transformación digital.

Lo que se podía hacer con una automatización parcial de la gobernanza de las identidades se volvió simplemente inviable para dar a las empresas la respuesta tecnológica a las nuevas demandas, e incluso para responder a las demandas recurrentes de los actos regulatorios. En este contexto, la migración a entornos en la nube se ha convertido en una respuesta práctica a la falta de recursos técnicos e infraestructura digital para activar, cambiar o reajustar rápidamente los ecosistemas de proveedores y empleados.

Se estima que las cinco cadenas de valor más expuestas a los impactos de eventos disruptivos que involucran productos fabricados a nivel mundial mueven alrededor de $4.4 mil millones USD en exportaciones. Los datos más recientes muestran que 93% de los principales proveedores planean iniciar proyectos en el corto-mediano plazo para incrementar sus niveles de resiliencia a estos impactos.

Se ha vuelto imprescindible utilizar algoritmos de inteligencia artificial para materializar tecnológicamente tales cambios en tiempo, precisión, seguridad y en los nuevos niveles de eficiencia operativa para mantener y expandir la competitividad.

Las empresas que no se han dado cuenta de esta urgencia y prefieren mantener sus proyectos a velocidades antes del COVID-19, perderán sus posiciones de mercado con los competidores directos. Aquellos que sean más ágiles y dinámicos serán parte de los ganadores y ampliarán sus posiciones de liderazgo, abriendo una brecha que será demasiado ardua de recuperar por las actitudes más conservadoras que en la actualidad se han dejado patentes.